Este gran escritor nos tiene acostumbrados a su extraordinaria manera de hilvanar sus relatos que irremediablemente nos atan a cada historia de las que ha podido ficcionar. Para ustedes del gran Julio Garmendia, les presento otro cuento que está muy bueno.
La tienda de muñecos.
De Julio Garmendia
No tengo suficiente filosofía para
remontarme a las especulaciones elevadas del pensamiento. Esto explica
mis asuntos banales, y por qué trato ahora de encerrar en breves líneas
la historia -si así puede llamarse- de la vieja Tienda de Muñecos de mi
abuelo que después pasó a manos de mi padrino, y de las de éste a las
mías. A mis ojos posee esta tienda el encanto de los recuerdos de
familia; y así como otros conservan los retratos de sus antepasados, a
mí me basta, para acordarme de los míos, pasear la mirada por los
estantes donde están alineados los viejos muñecos, con los cuales nunca
jugué. Desde pequeño se me acostumbró a mirarlos con seriedad. Mi
abuelo, y después mi padrino, solían decir, refiriéndose a ellos:
-¡Les debemos la vida!
No
era posible que yo, que les amé entrañablemente a ambos, considerara
con ligereza a aquellos a quienes adeudaba el precioso don de la
existencia.