Aclaratoria Importante

Este blog, acaba de cambiar de nombre, porque el de "Trinchera Literaria" fué cedido al colectivo de letras al cual pertenezco. No obstante los objetivos permanecen intactos, espero seguir contando con sus visitas

miércoles, 29 de marzo de 2017

Espero curarme de ti. De Jaime Sabines

Un hermoso poema de amor, algo triste, pero igual muy hermoso, del  gran autor latinoamericano Jaime Sabines. Espero que les guste tanto como me ha gustado a mi.


Espero curarme de ti
De: Jaime Sabines
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Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

-o-

domingo, 26 de marzo de 2017

Ustedes y Nosotros. De Mario Benedetti

Para ustedes, esta tarde de Domingo, les regalo un hermoso poema del gran Mario Benedetti donde nos dá una lección de vida bien interesante en cuanto a como ven la vida y sobre todo el amor ricos y pobres.

Ustedes y Nosotros
De: Mario Benedetti
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Ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial

nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual

ustedes cuando aman
calculan interés
y cuando se desaman
calculan otra vez

nosotros cuando amamos
es como renacer
y si nos desamamos
no la pasamos bien

ustedes cuando aman
son de otra magnitud
hay fotos chismes prensa
y el amor es un boom

nosotros cuando amamos
es un amor común
tan simple y tan sabroso
como tener salud

ustedes cuando aman
consultan el reloj
porque el tiempo que pierden
vale medio millón

nosotros cuando amamos
sin prisa y con fervor
gozamos y nos sale
barata la función

ustedes cuando aman
al analista van
él es quien dictamina
si lo hacen bien o mal

nosotros cuando amamos
sin tanta cortedad
el subconsciente piola
se pone a disfrutar

ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial

nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual.

-o-

martes, 21 de marzo de 2017

Las dos Chelitas. De Julio Garmendia

No se me ocurre una mejor manera de celebrar el día mundial de la poesía -que maravillosamente coincide con el cumpleaños de mis madres las morochas- que compartiendo con ustedes este hermosísimo cuento del venezolano Julio Garmendia.

No me canso de admirar la manera magistral de su narración, en la que nunca se presenta comfusión alguna con sus personajes, a pesar de que ambas tienen el mismo nombre, no obstante eso no es lo mejor del cuento. Definitivamente está muy bien logrado y pudo sacarme un par de lágrimas. 

Así que para quienes como yo, hasta ahora no lo habían conocido, no se lo pueden perder y para las y los afortunados que ya lo leyeron, les invito a refrescarlo.

 "Las dos Chelitas"
De: Julio Garmendia
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Chelita tiene un conejo; pero Chelita la de enfrente tiene un sapo. Además de su conejito, tiene Chelita una gata, dos perros, una perica y tres palomas blancas en una casita de madera pintada de verde. Pero no ha podido ponerse en un sapo, en un sapo como el de Chelita la de enfrente, y su dicha no es completa.

—Chelita —le dice— ¡te cambio tu sapo por la campana de plata con la cinta azul!

Pero no, Chelita la de enfrente no cambia su sapo por la campana de plata con la cinta azul… no lo cambia por nada, por nada del mundo. Está contenta de tenerlo, de que se hable de él —y ella, por supuesto—, y de que Pablo el jardinero diga, muy naturalmente, cuando viene a cortar la grama:

—Debajo de los capachos está durmiendo el sapo de la niña Chelita.

Cuando empieza a anochecer, sale el sapo de entre los capachos, o del húmedo rincón de los helechos; salta por entre la cerca y se va a pasear por la acera. Chelita lo ve, y tiembla de miedo, no lo vaya a estropear un automóvil, o lo muerda un perro, o lo arañe la gata de la otra Chelita. Tener un sapo propio es algo difícil, y que complica extraordinariamente la vida; no es lo mismo que tener un perro, un gato o un loro. Tampoco puede usted encerrarlo, porque ya entonces el sapo no se sentiría feliz, y esto querría decir que usted no lo ama.

Agazapada en su jardín, detrás de la empalizada, Chelita la de acá, mira, también, con angustia, mientras el sapo da saltos por la calle; y exclama profundamente asombrada:

—¡Que raro! No puede correr, ni volar… ¡Pobrecito el sapo!

Y se estremece cada vez que se acerca un automóvil, o si pasa un perro de regreso a su casa para la hora de la cena, o si brillan, de repente, unos ojos de gata entre las sombras. Al mismo tiempo, piensa, compara… Ella tiene tantos animales —además de su muñeca Gisela—, y nadie habla nunca de eso. En cambio, Chelita la de enfrente, no tiene más que un sapo, uno solo, y todo el mundo lo refiere, lo ríe y lo celebra. Esto no le gusta mucho a Chelita la de acá, que se siente disminuida a sus propios ojos.

—Chelita —dice—, ¡además de la campana con la cinta azul, te voy a dar otra cosa! ¡Mira! Las palomas están haciendo nido, llevan ramas secas a la casita; te doy también los pichones cuando nazcan… ¡No!, cuando ya estén grandes y coman solos…

—No —contesta sin vacilar Chelita la de allá—; no lo cambio por nada; es lo único que tengo. A papa no le gustan los animales —añade, dirigiendo una mirada al vasto y desierto jardín de su casa—, y el sapo, el no lo ve nunca; es lo único que puedo tener yo, y no lo cambio por nada. ¡Por nada!

—¿Y si te doy también a Gisela con todos sus vestidos, el rosado, el floreado, el de terciopelo? —insiste Chelita.

—Ya te he dicho que no —responde inflexible Chelita la de enfrente.

—¿Y si te doy también a Coco? —pregunta, estremeciéndose de su propia audacia, Chelita la de acá.

—Tampoco.

—¿Y si te doy también a Pelusa?

—Tampoco.

—¿Y al Rey? ¿Y a Ernestina? Y las palomas en su casita? —dice Chelita en un frenesí.

—¡Tampoco! ¡Tampoco!

—¡Tonta! —le dice Chelita la de acá—. ¿Crees tú que te voy a dar todo eso por un sapo?

—No me lo des, yo no te lo estoy pidiendo; ya te he dicho que por nada cambio mi sapo. ¡Aunque me des lo que sea!

Y así están las cosas. Si el sapo tuviera sapitos, Chelita la de enfrente, de seguro, le daría uno, o dos, o tres, a Chelita; pero ¿quién va a saberlo? La vida de los sapos es extraña, nadie sabe lo que hacen ni lo que no hacen. No son como las palomas, por ejemplo, que todo el mundo sabe cuando hacen un nido, y cuántos huevos ponen, y cómo dan de comer a sus hijitos, y lo que quieren, lo que hacen, lo que dicen. ¿Pero quién sabe nada de los sapos de su propio jardín? Apenas si alguna vez, de noche, después que ha llovido mucho o que han regado copiosamente las matas, se oye… pla… pla… pla… es el sapo… es el sapo que anda por ahí y eso es todo.

A comienzo de la estación lluviosa, el mismo día en que el cielo se nubló y cayeron gruesas gotas, una tarde gris, Chelita se nos fue, Chelita la de acá… Era una débil niña; la rodeábamos de tantos animales, porque la atraían profundamente; quizás, también, por eso mismo —sin darnos cuenta apenas—, por ver si lograban ellos retenerla… hacernos el milagro de atarla a las criaturas; a los juegos; a la luz; al aire y a sus nubes; a la hierba y su verdor… ¡A la vida!

Hoy fuimos nuevamente a visitarla en el pequeño jardín cuadrado en donde duerme. Oculto entre el helecho y los capachos, entre las coquetas, las cayenas y las begonias, que ya forman, todos juntos, un húmedo bosquecito enmarañado… oculto ahí, en la sombra y en la humedad, vimos un sapo…

Era Chelita —Chelita la de enfrente— que se lo había llevado a Chelita, y se lo había puesto allí.

…Y Chelita la de enfrente tiene ahora en su casa un conejito, una gata, dos perros, una perica y cinco o seis palomas blancas en una casita de madera pintada de verde. Y Chelita la de acá… Pero, ¿qué digo…? ¡la de mucho, mucho más allá…! Tiene ahora un misterioso amigo, entre el helecho y los capachos, en el húmedo bosquecito enmarañado en donde duerme… Un misterioso amigo que sale a andar y a croar cerca de ella, a la hora en que comienza a oscurecer… Un misterioso y raro amigo…

-o- 
Tomado del libro "Antología del Cuento Venezolano" de Guillermo Meneses. Monte Avila Editores. 8va. Edición 2003 

domingo, 19 de marzo de 2017

El Sur. De Jorge Luis Borges

Para que terminen de pasar un excelente fin de semana les traigo un poema de Jorge Luis Borges, uno de los grandes de la literatura nuestroamericana y universal.

EL SUR
De: Jorge Luis Borges
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Desde uno de tus patios haber mirado
las antiguas estrellas,
desde el banco de
la sombra haber mirado
esas luces dispersas
que mi ignorancia no ha aprendido a nombrar
ni a ordenar en constelaciones,
haber sentido el círculo del agua
en el secreto aljibe,
el olor del jazmín y la madreselva,
el silencio del pájaro dormido,
el arco del zaguán, la humedad
—esas cosas, acaso, son el poema. 

-o-

sábado, 18 de marzo de 2017

Hábitat Poético: "Los incorregibles"

Les traigo ahora parte del trabajo de uno de los poetas y cultores más importantes que hemos tenido en la ciudad de Cabimas. Aunque ya no está físicamente por haber partido a escribir en otros paisajes, su obra nos acompaña y enorgullece. Se trata de Javier Fernández, espero que lo disfruten...

Los incorregibles
De: Javier Fernández
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Los incorregibles herederos de la fantasía (como yo)

Les advierto: que si bien ayer quisieron descansar

Las hojas, mañana es el día de segar el campo azul

De mentiras. Quien siembra ojos en el camino, recoge

en otro lado. Pero a quien pierde un día de caminar

le desvían las muletas en los callejones. Recuerden

no callar, que estamos aquí para inventar faroles,

medusas de colores nunca oídos, animales y plantas

silentes en un ignoto abismo. Somos la luz de un

grande papel inalámbrico. Somos la música de una caja,

sin pelos ni brillantes. Somos el polvo en una mariposa 

perdida, que encadena al viento y se aleja de la llama 
encendida.

Somos uno en los otros y en medio de la vida y sin embargo

no somos.


-APA-

miércoles, 15 de marzo de 2017

Somari de los soñadores. De Gustavo Pereira

Aqui les dejo otro hermoso poema del talentosísimo Gustavo Pereira, para su disfrute pleno y como alimento importante para el alma.

Somari de los soñadores

De: Gustavo Pereira

Poema #230.
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Si no fuera por los soñadores

el mundo

sería una basura

y caverna lóbrega nuestro lecho

Si no fuera por los soñadores

¿qué sentido

tendría

todo esto?

Los búhos serían amos del día

y los garrotes terminarían por escribir las únicas palabras.


Gustavo Pereira.

martes, 14 de marzo de 2017

“Casa Soñada”. Cuento

El nombre de este cuento nos refiere inmediatamente a uno del genial Julio Cortázar, llamado "Casa Tomada" y aunque la historia no se parece en nada a la de éste gran escritor, me atreví a nombrarlo así como un humilde pero sincero homenaje a quien tanto aportó al mundo de las letras. Como siempre, espero que lo disfruten...


“Casa Soñada”

Por: Arturo Pérez Arteaga :.
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Todo en aquella casa era de una gran belleza, los detalles en su diseño, su impresionante estructura y la calidez experimentada de sólo mirarla la llevaron a la categoría de legendaria, atributos estos que la hicieron famosa allende las fronteras del remoto pueblo donde estaba, por lo que cada día recibía peregrinaciones de los cuatro puntos cardinales, no obstante, lo que realmente constituía una entelequia era su patio, porque aquel era efectivamente mágico. Esto se debía a que su dueño, don Amador Sepúlveda, quien habitaba la casa desde que existía, con la mayor amabilidad que ser humano alguna haya demostrado en ese o en cualquier lugar, podía diseñar el patio una y otra vez con paisajes mil, cada uno más hermoso, más inverosímil y más fantástico que el anterior, con sólo soñarlo.

Don Amador solamente debía retirarse a sus habitaciones para disfrutar del justo descanso nocturno y al día siguiente aparecería el patio ocupado por palacios orientales, albercas veraniegas, pirámides perfectas, jardines magníficos, diseños psicodélicos o cualquier otro ambiente que éste fuese capaz de soñar, porque de sólo hacerlo de inmediato se materializaba en su patio el paisaje producido en su arquitectura onírica.

Sólo una vez se había registrado una situación poco agradable, al llegar los turistas encontraron en el patio a una serie de animales extraños, seres mitológicos y demonios insospechados, todos sujetos por fuertes cadenas a sendas columnas que les evitaban moverse. Ese día, fue suspendido el acceso al público y a partir de allí los miles de visitantes a ese patio de embrujo, pedían que el sueño de don Amador hubiese sido realmente placentero para poder disfrutar de una maravilla durante su estada, los más osados incluso intentaban hacerle llegar videos y fotografías de paisajes quiméricos que de alguna manera le influyeran a la hora de dormir.

Era tal la magnificencia de aquel patio que nadie nunca consideró lo que ocurriría esa mañana. Los excursionistas tuvieron una gran decepción, al llegar el lugar no denotaba transformación alguna, tocaron a las puertas de la casa para consultar a don Amador qué había ocurrido, pero este no apareció y quienes se atrevieron a asomarse a través de las ventanas pudieron distinguir algunos de los demonios y seres de la pesadilla anterior, esta vez sin cadenas.

-APA-

domingo, 12 de marzo de 2017

"Seres de luz y color". Cuento

Por si quieren leer algo diferente hoy domingo, les presento otro de mis cuentos cortos, espero que no les aburra en demasía.

“Seres de Luz y Color”

Por: Arturo Pérez Arteaga :.
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La conocí por una gran coincidencia de esas que te cambian la vida, yo iba en busca de ayuda por una asesoría y me encontré a la poeta, a pesar de no conocerla y parecerme algo arrogante me ayudó mucho más de lo que yo esperaba. A partir de allí nos hicimos grandes amigos, me incluyó en su círculo y yo me sentía feliz de estar, como si hubiese pertenecido allí incluso antes de nacer. Compartimos muchas vivencias, razonamientos, apegos, aprehensiones y hasta locuras.

Con el tiempo, comencé a advertir que algo no andaba bien con mi amiga dentro del círculo, en ocasiones la notaba difuminada, en otras traslúcida, algo etérea, pero a pesar de eso mi conciencia de ella seguía siendo la misma, no dejé que ninguna interrupción o alteración de la luz, me robara su presencia. 

Ayer, como es nuestra costumbre desde hace ya algún tiempo, fui al encuentro de la poeta y todos nuestros amigos comunes pero ella no estaba, otra vez no estaba y tuve que aceptarlo, no sé en que momento ni por qué razón ocurrió, pero lo cierto es que pasó y lo noté muy tarde, mi amiga ya no era más y en su lugar sólo quedó una mancha oscura, indigna de su pasado de luz y color.

-APA-

miércoles, 8 de marzo de 2017

Hábitat Poético: Dedicado a la mujer

En el marco de la conmemoración del día internacional de la mujer, comparto con ustedes un par de poemas escritos por dos buenos amigos, como lo son Pedro Querales y Luis Graterol, quienes pusieron su pluma al servicio del mas hermoso ser de nuestra especie... que los disfruten




Manzana Prohibida 
De: Luis Graterol

Para lo más bello: Mujeres (así sin el adjetivo determinado "las")

Canta la tarde su alegría de pájaro libre
Llora de alegría con su lluvia de escarcha

Canta de alegría con su música de manzana prohibida

Ay, que hermosa la tarde manglar de tus ojos que lloran
Tus ojos que le hablan a mi vida
con el verbo atómico de la selva de palabras

Ay, que tristes los días de tus ventanas cerradas
De tus historias épicas pintadas de dolor

Me lleva a pasear tu aliento de comparsa
La procesión de tus mejores horas

Me adorna la vida y llena mis vergeles
con la seda de tus amores de oído
Ay, que hermosos tus labios de higo maduro

Qué valiente tus manos de ángeles
sembradas en las ramas de tus brazos corales

Con esos dedos de maíz tierno que crecen como días
y se mueven como claves en la música de las aguas

Ay, como añoro las gotas de la lluvia de tu cuerpo
que se derrama en la cuenca de mi pecho

Luna y sol turnándose el cielo
Manto azul que derrama cristales y centellas
desde las bóvedas de los dioses

Frases de hielo que tejen las prosas de tus delirios y los míos

Ay, que hermosa la paz de tus amores y los míos

Ay, que hermoso el oro de tu pelo soleado
y tu suspiro de crisantemo recién cortado

Ay, toda tu, con las notas musicales de tus susurros
El frenesí de tu respirar y el  flamenco rojo de tu paso altivo


-o-

y ahora... de Pedro Querales...




martes, 7 de marzo de 2017

"Hoy no es un buen día". Cuento

Vuelvo con la publicación de uno de mis cuentos breves, éste último, asociado a malas experiencias que lamentablemente se han hecho mas comunes de lo que quisiéramos y que nos sacan de nuestra tranquilidad habitual... espero les guste

Hoy no es un Buen Día

Por: Arturo Pérez Arteaga:.
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El momento fue de mucho estrés y riesgo, en cuestión de segundos mientras Manuel intentaba alcanzar su vehículo dos sujetos lo interceptaron pistolas en mano y lo sometieron de inmediato.

Luego de propinarle unos golpes, el que parecía liderar la operación, un delincuente con una cicatriz que le atravesaba el rostro y a quien le faltaban los incisivos superiores, lo hizo conducir hasta sacarlo de la ciudad. En el camino lo amenazaba con un arma en la cabeza diciéndole que lo asesinarían si algo salía mal. Manuel condujo hasta un lugar bastante remoto, oscurecía cuando le ordenaron detener el vehículo, lo bajaron a golpes e hicieron que se desvistiera, en ese momento esperaba lo peor, no obstante, sus asaltantes sólo subieron al auto y lo dejaron allí no sin antes advertirle que si quería vivir pasara la noche en aquel sitio y buscara al amanecer la carretera principal.

Manuel quien ni siquiera en la más horrible de sus pesadillas habría imaginado algo así, temblaba de forma involuntaria con sacudidas repentinas, mezcla de frío y terror. Esperó un lapso que consideró prudencial, armándose de valor decidió buscar auxilio. Caminó un largo trecho en la dirección en la que había llegado conduciendo, sus pies descalzos acusaban lo agreste del camino ya oscuro, a lo lejos pudo divisar una pequeña luz, por primera vez, desde que aquella situación comenzó respiró aliviado. Sus pasos se aceleraron y le llevaron a un rancho de barro y zinc, atravesó la barda pudiendo divisar a un par de comensales en una mesa mal iluminada debajo de una acacia, tímidamente se les acercó, cuando estaba a punto de articular palabra, sus miradas se cruzaron y distinguió de inmediato la gran cicatriz en la cara y los dientes faltantes.

-APA-


lunes, 6 de marzo de 2017

Por los nuestros. De Gustavo Pereira

Un hermoso poema de Gustavo Pereira. Poesía militante, que toca los corazones de quienes amamos la justicia, nos conmueve la utopía y a quienes se nos va la vida creyendo que un mejor mundo es posible, un mundo donde cabemos todos, sin distingos de raza, sexo, religión o condición social. Para ustedes

Por los nuestros
de: Gustavo Pereira
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Por aquellos que amaron o fueron amados sin medida
Por aquellos que escribieron cartas de amor sin esperanza
Por aquellos que rehicieron con ceniza cuánto les fue arraigado o prohibido
Por quienes no renegaron de sí mismo en la desolación de sus tormentas
Por quienes se negaron a pactar con la astucia
Por aquellos que optaron por un pedazo de pan duro entre el coraje y la vergüenza
Por aquellos que en el desconcierto se precipitaron en la alucinación de la audacia y convocaron el Samán compartido
Por los que no supieron de treta despreciable
Por los que atravesaron sin herirse zarpazos y mordeduras
Por los que hechos polvo aún guardan en el pecho pobres poderes para franquear la inclemencia
Por quienes resistieron sin quejarse ni pedir nada a cambio
Por quienes aunque solo recibieron afrentas y desprecios hallaron en nosotros motivos para resistir
Por aquellos que nos dejaron la llave de los primeros paraísos y descifraron por nosotros los jeroglíficos de lo inescrutable
Por todos los que lucharon y nos enseñaron a luchar
Por quienes entregaron huesos y sueños como disculpándose
Por los que no ambicionaron más gloria que su pobre intemperie sin amparo
Por aquellos que se abismaron ante la maravilla y se reconocieron en sus llamas
escribo estos versos.


-APA-

sábado, 4 de marzo de 2017

Los estatutos del hombre. De Thiago de Mello

Para su disfrute pleno de fin de semana seleccioné un hermoso poema recomendado por una soñadora empedernida a la que quiero mucho. Estoy seguro que les encantará si no lo conocen y si ya han tenido el placer de leerlo lo querrán hacer nuevamente... sin mas, ahí va  

LOS ESTATUTOS DEL HOMBRE 

De: Thiago de Mello (Traducción de Pablo Neruda)

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Artículo 1
Queda decretado que ahora vale la vida, que ahora vale la verdad, y que de manos dadas trabajaremos todos por la vida verdadera.

Artículo 2
Queda decretado que todos los días de la semana, inclusive los martes más grises, tienen derecho a convertirse en mañanas de domingo.

Artículo 3
Queda decretado que, a partir de este instante, habrá girasoles en todas las ventanas, que los girasoles tendrán derecho a abrirse dentro de la sombra; y que las ventanas deben permanecer el día entero abiertas para el verde donde crece la esperanza.

Artículo 4
Queda decretado que el hombre no precisará nunca más dudar del hombre. Que el hombre confiará en el hombre como la palmera confía en el viento, como el viento confía en el aire, como el aire confía en el campo azul del cielo.

Parágrafo:
El hombre confiará en el hombre como un niño confía en otro niño.

Artículo 5
Queda decretado que los hombres están libres del yugo de la mentira. Nunca más será preciso usar la coraza del silencio ni la armadura de las palabras. El hombre se sentará a la mesa con la mirada limpia, porque la verdad pasará a ser servida antes del postre.

Artículo 6
Queda establecido, que durante diez siglos, el lobo y el cordero pastarán juntos y la comida de ambos tendrá el mismo gusto de aurora. De acuerdo a lo soñado por el profeta Isaías.

Artículo 7
Por decreto irrevocable queda establecido el reinado permanente de la justicia y de la claridad. Y la alegría será una bandera generosa para siempre enarbolada en el alma del pueblo.

Artículo 8
Queda decretado que el mayor dolor siempre fue y será siempre no poder dar amor a quien se ama, sabiendo que es el agua quien da a la planta el milagro de la flor.

Artículo 9
Queda permitido que el pan de cada día tenga en el hombre la señal de su sudor. Pero; que sobre todo tenga siempre el caliente sabor de la ternura.

Artículo 10
Queda permitido a cualquier persona a cualquier hora de la vida el uso del traje blanco.

Artículo 11
Queda decretado, por definición, que el hombre es un animal que ama, y que por eso es bello, mucho más bello que la estrella de la mañana.

Artículo 12
Decretase que nada estará obligado ni prohibido. Todo será permitido. Inclusive jugar con los rinocerontes, y caminar por las tardes con una inmensa begonia en la solapa.

Parágrafo:
Sólo una cosa queda prohibida: amar sin amor.

Artículo 13
Queda decretado que el dinero no podrá nunca más comprar el sol de las mañanas venideras. Expulsado del gran baúl del miedo, el dinero se transformará en una espada fraternal, para defender el derecho de cantar y la fiesta del día que llegó.

Artículo Final
Queda prohibido el uso de la palabra libertad, la cual será suprimida de los diccionarios y del pantano engañoso de las bocas. A partir de este instante, la libertad será algo vivo y transparente, como un fuego o un río, o como la semilla del trigo y su morada será siempre el corazón del hombre.
-APA-

viernes, 3 de marzo de 2017

Todos nuestros pueblos son Macondo


Saludos a todas y todos...

En el marco de la celebración de los 90 años del nacimiento del gran Gabo de America, Gabriel García Márquez y los 50 años de la publicación de su obra maestra "Cien Años de Soledad", un grupo de artistas de la poesía, la narrativa y la plástica, liderados por mi amigo Pedro Querales en Cabimas, nos dimos a la hermosa tarea de compilar un libro que se llamará: "Todos nuestros pueblos son Macondo" con producciones que de una u otra forma han sido influenciadas con su especial estilo literario y su realismo mágico.

Para esto hemos estado solicitando a quienes quieran formar parte de esta compilación, que nos envíen el material artístico, mismo que ya se está integrando y pronto lo presentaremos en un libro que inicialmente saldrá en formato digital, aunque tenemos la esperanza de lograr el financiamiento que nos permita publicarlo en físico.

Si están interesados(as) en participar en esta extraordinaria aventura,  los(as) invito a enviarnos sus obras para que las podamos incluir, además necesitaremos que nos envíen una fotografía y un breve resúmen curricular de sus andanzas por el mundo de las letras y/o la pintura.

Esperamos se sumen a esta hermosa aventura que constituye nuestro mas humilde homenaje a este gran hombre de las letras que nació  en nuestra hermana Colombia pero que con su obra llenó de orgullo a todos los pueblos de habla castellana. 

El material puede ser enviado a los correos: perezajqj@gmail.com y pedroquerales@yahoo.es y lo estaremos recibiendo hasta el próximo 15 de Marzo, fecha que prorrogamos para tratar de integrar la mayor cantidad de artistas y producciones posibles.

-APA-


jueves, 2 de marzo de 2017

El pequeño nazareno. De Julio Garmendia

Este cuento fue descubierto por mí hace muy poco, lo leí y me pareció excelente y digno de ser compartido para que pueda ser disfrutado por la mayor cantidad de personas amantes del género. Sin mas...

El pequeño nazareno
De: Julio Garmendia
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El miércoles santo, el pequeño Nazareno de túnica morada y grueso cordón blanco, a nudos, bien ceñido alrededor de la cintura, sube –o debería subir– entre papá y mamá, por la calle que conduce a la iglesia del Nazareno. Pero no está dando pruebas, en absoluto, de aquella nazarena paciencia y resignación correspondientes al personaje y a la indumentaria que le han sido asignados. Todo lo contrario, demuestra un verdadero humor de perros –un humor como pocas veces se habrá visto en un Nazareno en Miércoles Santo–; rezonga y lloriquea, y en vez de seguir a papá y mamá dócilmente, se hace halar, y otras veces empujar, por uno de ellos dos. Intentan ambos convencerlo, le ruegan, lo halagan, le prometen recompensas para luego, para un poco más tarde, cuando ya la visita al templo haya sido hecha, la devoción cumplida, y la promesa, pagada, de acuerdo con los términos del devoto convenio celebrado entre ellos y el Nazareno de los milagros.

El pequeño Nazareno, no cabe duda, es duro y terco; ningún ofrecimiento hace mella en su actitud –que es de franco sabotaje–; nada ni nadie lo obliga a ir más ligero ni a dejar una cara menos agria. Cuando un helado de guanábana le es gentilmente ofrecido (esto último en patente contradicción con todas las tradiciones respecto al trato a acordarse a nazarenos, las cuales no incluyen en absoluto helados de guanábana, sino hiel en hisopos en perspectiva únicamente), cuando el helado, pues, le fue ofrecido, el pequeño Nazareno lo arrojó al suelo, sin ceremonia ni compasión. Peor aún, sin apetito. Es entonces, en ese instante crucial, cuando papá le da la bofetada en la mejilla –volviendo, ahora, de repente, a la observancia de las viejas prácticas que repiten la manera de proceder con nazarenos y redentores. En atención a lo sucedido, a la corrección, hubiera podido creerse que el pequeño Nazareno se hubiera finalmente resignado a representar bien su papel y a convertirse en viva imagen del gran Nazareno a cuya iglesia era llevado por papá y mamá. ¡Pero nada de eso! Se puso furioso –aún más que antes–; se desencadenó, materialmente, chillando y pataleando, y haciéndose llevar a rastras de ahí en adelante.

Perdiendo el último resto de su santa calma, y alzándose la túnica en plena calle concurrida, mamá le da unos cuantos cordonazos, “a posteriori”, si puede decirse así, con el mismísimo cordón de color blanco y de gruesos nudos que le estrecha la cintura, la delgada cintura, al pequeño diablo indócil.

El pequeño Nazareno, pues, para este instante –para esa “estación”, diremos mística, de su ruta–, ha sido ya debidamente halado, empujado, golpeado, abofeteado y azotado. Está, además, bañado en lágrimas, y su larga túnica violeta de vistosos pliegues aparecía toda ella, también maculada por salpicaduras, no de sangre, pero sí de guanábana –provenientes del helado que fue lanzado por él mismo contra el cemento de la acera, contribuyendo así a su propio castigo y sufrimiento. Sin nadie proponérselo, se daba entero cumplimiento a todo, o a casi todo, el ritual correspondiente a nazarenos, grandes o pequeños, forzosos o espontáneos, antiguos o modernos. El pequeño Nazareno seguía gritando. Una nutrida concurrencia presenciaba el espectáculo. Si no fuera por la decadencia de la fe en los días que corren –de la fe en Dios y de la fe en el Diablo–, es casi seguro que lo hubieran acusado, allí mismo, de endemoniamiento agudo. Lo hubieran exorcizado, o hasta lo hubiesen quemado, ¡quien sabe! Todos los otros nazarenos que había por la calle lo contemplaban con ojos de asombro.

Del libro: La hoja que no había caído en su otoño (Las voces de Orfeo, 1979)