A la bella poeta Fanny Díaz la conocí hace poco, luego de tropezarnos varias veces en eventos y reuniones a los que nuestro común amor por las letras nos han llevado. Ahora tengo la suerte de formar parte de un grupo que ella también integra y con el que hace poco compartió este bello poema, le solicité su permiso y amablamente accedió para que lo publicara en este blog... Disfrútenlo como yo
CARPE DIEM
de: Fanny Díaz
Capitán quiero decirte
Que después de haber navegado contigo
mar adentro.
Puedo cerrar los ojos
y recorrer tu mar
Observar el agua
transformarse en color y sonido a la vez...
Ver al sol haciendo juego con el mar
Es imposible saber si puedo renunciar a ello
Capitán...
Sumerjo mis sentidos
Para atrapar al pez
de tus sueños multicolor
Al crepúsculo naciente
Que anuncia la
llegada de la tarde
Con un solo olor a mar
Una sola caricia la del
viento
Deja que tu marinero único acompañante
De tu embarcación
Fije la mirada al
horizonte ..
Capitán, "oh mi
Capitán"
Sé que has navegado aguas profundas
Que has luchado con " Circe" y has hecho caso
omiso al canto engañoso de las sirenas.
Cual Ulises ...
Travesías que solo puede pasar un Capitán
Y que desea compartir con su marinero
Cómo saber Capitán dónde termina el mar ...
Pero si
le pudiste responder al Marinero
cuando te pregunto ...qué te
gustaba del mar ? .- y le repondiste..- Todo.
No hay espacio para decir lo que pesa ese poema. Solo citaré a Neruda para decir lo que me hizo sentir:
ResponderEliminarNECESITO del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o sólo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navios.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.
No son sólo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.
Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,
incesante viento, agua y arena.
Parece poco para el hombre joven
que aquí llegó a vivir con sus incendios,
y sin embargo el pulso que subía
y bajaba a su abismo,
el frío del azul que crepitaba,
el desmoronamiento de la estrella,
el tierno desplegarse de la ola
despilfarrando nieve con la espuma,
el poder quieto, allí, determinado
como un trono de piedra en lo profundo,
substituyó el recinto en que crecían
tristeza terca, amontonando olvido,
y cambió bruscamente mi existencia:
di mi adhesión al puro movimiento.
excelente hermano, gracias
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