Simplemente
Adios
Por: Arturo
Pérez Arteaga :.
Aquella noche mi corazón estaba desecho, mi ánimo por el suelo y mis nervios destrozados. La necesidad de estar contigo era superior a cualquier cosa, pero que estuvieras tan quieta, inmóvil, ausente, me mataba, me desesperaba, me destruía.
Te miré larga y suavemente y
pensé mucho, sobre lo vivido y lo olvidado, pero principalmente sobre lo
ignorado y me reproché una y mil veces no haber aprovechado cada momento que
compartimos, porque creímos ser eternos, creímos que lo nuestro nunca acabaría.
Y allí estaba yo, cavilando,
absorto, amante, presente, cuando el ruido del infernal aparatito que emite
pitidos, cambió de un rítmico: sonido y silencio, sonido y silencio, sonido y
silencio, en una secuencia que parece ser eterna; a un mortal sonido agudo y
perenne que hizo que todo a mi alrededor se acelerara. La gente corría, unos
gritaban, otros lloraban y todos se desesperaban.
Me desprendieron de tu lado
con la promesa de que pronto me permitirían verte, pero mi corazón, que nunca
me ha mentido, se despidió y nos dejó a ambos.
APA:.
Una despedida poetica de un ser amado, no fue triste pero se sintio la angustia y la paralisis que se siente como si fuera una eternidad a pesar que han pasado segundos en ese instante..
ResponderEliminarasi es hermano... gracias por leerme
ResponderEliminarCuando alguien vive, vivimos todos y cuando alguien muere, morimos todos. Unos cuando nacen y otros cuando mueren. Morimos de tanto vivir y vivimos de tanto morir. Lo maravilloso de este relato es que muestra todo eso.
ResponderEliminarLuis Graterol
Gracias por compartir! Éxitos!
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