Nota del Autor:
Este artículo fue originalmente escrito y publicado como colaboración a la revista muyvirtual.com, pero con otro nombre
Este artículo fue originalmente escrito y publicado como colaboración a la revista muyvirtual.com, pero con otro nombre
Les
hablaré un poco de mi visión del proceso evolutivo por el que hemos atravesado
algunos de los seres en el planeta.
Muchas
personas prefieren pensar, no sin algo de razón, que la evolución humana no es
cierta y que toda la teoría Darwiniana es simplemente basura, porque al igual
que cualquier religión es dogmática, basados en que ninguno de nosotros ha
visto con sus propios ojos la evolución de una especie como para poder
afirmarlo con certeza científica.
Desde luego, quienes defienden la posición de
Darwin esgrimen, también con su razón, que ese tipo de cambios requieren miles
y hasta millones de años para operarse y ser evidentes.
Desde mi
humilde punto de vista considero que en los últimos años la especie humana sí
ha experimentado cierto tipo de evolución, no una tan radical y física como la
aparición o desaparición de un órgano o un accesorio en nuestro cuerpo, sino
más bien partiendo de nuestras actitudes y formas de pensar.
Me
enfocaré, para efectos de este artículo, en la posición asumida hacia nuestras
mascotas y la manera como ahora les tratamos.
Recuerdo
que hace unos años, treinta aproximadamente, cualquiera como ahora podía tener
una mascota en casa y con ella se establecía en la mayoría de los hogares una
relación de amo-propiedad, similar a lo que ocurría en momentos en los que en
la tierra existía la aberración llamada esclavitud humana.
El
proceso evolutivo se fue dando lentamente y gracias a un pequeño grupo de
personas que inicialmente parecían locos luchando por una cosa que sonaba
traída de los cabellos, llamada “derechos de los animales”, fuimos tomando
conciencia de que esos seres que cohabitaban junto a nosotros, en nuestros
hogares, no eran muebles inútiles o accesorios decorativos, sino que al igual
que nosotros, aunque quizá más instintivamente, tienen necesidades adicionales
a la vivienda y la alimentación. Esas necesidades incluyen entre otras: el
afecto, la protección, el buen trato y el respeto de sus hábitos y sus espacios;
incluso descubrimos que ellas, las consideradas nuestras mascotas, sabían de
todo eso mucho antes que nosotros y simplemente comenzaron a compartir y
disfrutar lo que para nosotros fue un descubrimiento.
Hoy día,
gracias al despertar de nuestras conciencias, el grupito de locos ya no existe,
se trata de asociaciones organizadas en todo el mundo y de familias enteras,
que acogemos a nuestras respectivas compañías de otras especies como parte
importante de nuestras familias y sin ellas nuestras vidas no serían las
mismas.
Ya
tenemos programas de TV, libros, entrenadores, albergues, leyes y muchas otras
cosas dedicadas a ayudarnos a entender, cuidar y querer cada día más a nuestros
compañeros de otras especies. Cosa que era impensable hace algunos años, al menos
a la escala que lo vemos hoy día. A todas y todos, mil gracias por ayudarnos a
ser mejores.
No puedo
cerrar estas líneas sin hacer un llamado de corazón para que sigamos luchando
contra las corridas de toros, toros coleados, peleas de perros, peleas de
gallos y cualquier otro tipo de tortura que hoy día todavía algunos bárbaros
consideran cultura.
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