A continuación les presento un cuento, mas bien un relato breve de mi autoría, aunque se pueda creer o no, esto nos sucedió de verdad ya hace algunos años. Quizá hay algo de exageración en la historia, pero en su mayoría es totalmente cierta.
Coctel
Molotov
Por:
Arturo Pérez Arteaga :.
En esos días en los que las
preocupaciones eran muy pocas y ya nos estábamos convirtiendo en hombres y mujeres, queriendo asumir responsabilidades, como si
las responsabilidades se fuesen a acabar si no nos apurábamos a asumir las
nuestras, nos reunimos como siempre a
estudiar, esta vez toco en casa de Elis, mi amigo el ñoño, como le decía el
papá de Nino.
Resulta que
debimos salir a hacer unos mandados y con el privilegio de ser los mayores en
casa y con la fiebre a millón por poder manejar cualquiera que fuese el carro,
esta vez nos fuimos en la Camioneta de Evelis, la madre de Elis, quien nos la
presto no sin antes recitar la muy conocida letanía del cuidado que debíamos
tener en la carretera. Era un carro grandísimo que ella usaba para hacer
transporte escolar, razón adicional que nos obligaba a cuidarlo. Ya antes de
salir Evelis le dice:
-
"Te acordáis de ponerle gasolina". A lo que Elis
asintió de forma automática, pero no antes de que Evelis le recordara los últimos
trabajos que le hicieron al carburador.
Dimos
varias vueltas comenzando por el mandado de Evelis, luego pasamos por las
chicas y Eduardo para volver a casa de Elis y por fin ponernos a estudiar
cuando Elis recuerda que no hemos puesto gasolina, así que nos dirigimos
presurosos a una estación de servicio donde bajo el asombro de todos los
ocupantes de ese carrote Elis le dice al bombero como una forma un poco loca de
justificación:
-
"Le ponéis dos bolívares de 89, dos de 91 y uno de 95
para proteger el carburador".
El señor de
la estación procede algo asombrado por el ligadito y luego de la mirada cómplice
de quienes acompañábamos al ñoño, seguido de una explosión de risa que casi nos
hace orinar, no me quedó más que decir:
APA:.
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