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Este blog, acaba de cambiar de nombre, porque el de "Trinchera Literaria" fué cedido al colectivo de letras al cual pertenezco. No obstante los objetivos permanecen intactos, espero seguir contando con sus visitas

sábado, 12 de noviembre de 2016

Coctel Molotov

A continuación les presento un cuento, mas bien un relato breve de mi autoría, aunque se pueda creer o no, esto nos sucedió de verdad ya hace algunos años. Quizá hay algo de exageración en la historia, pero en su mayoría es totalmente cierta.



Coctel Molotov
Por: Arturo Pérez Arteaga :.
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En esos días en los que las preocupaciones eran muy pocas y ya nos estábamos convirtiendo en hombres y mujeres, queriendo asumir responsabilidades, como si las responsabilidades se fuesen a acabar si no nos apurábamos a asumir las nuestras, nos reunimos como siempre a estudiar, esta vez toco en casa de Elis, mi amigo el ñoño, como le decía el papá de Nino.

Resulta que debimos salir a hacer unos mandados y con el privilegio de ser los mayores en casa y con la fiebre a millón por poder manejar cualquiera que fuese el carro, esta vez nos fuimos en la Camioneta de Evelis, la madre de Elis, quien nos la presto no sin antes recitar la muy conocida letanía del cuidado que debíamos tener en la carretera. Era un carro grandísimo que ella usaba para hacer transporte escolar, razón adicional que nos obligaba a cuidarlo. Ya antes de salir Evelis le dice:

-   "Te acordáis de ponerle gasolina". A lo que Elis asintió de forma automática, pero no antes de que Evelis le recordara los últimos trabajos que le hicieron al carburador.

Dimos varias vueltas comenzando por el mandado de Evelis, luego pasamos por las chicas y Eduardo para volver a casa de Elis y por fin ponernos a estudiar cuando Elis recuerda que no hemos puesto gasolina, así que nos dirigimos presurosos a una estación de servicio donde bajo el asombro de todos los ocupantes de ese carrote Elis le dice al bombero como una forma un poco loca de justificación:

-   "Le ponéis dos bolívares de 89, dos de 91 y uno de 95 para proteger el carburador".

El señor de la estación procede algo asombrado por el ligadito y luego de la mirada cómplice de quienes acompañábamos al ñoño, seguido de una explosión de risa que casi nos hace orinar,  no me quedó más que decir:

"Elis, decile que también le ponga una cerecita".

APA:.

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